Y resulta que un día, así de la nada, una se da cuenta de las miradas de la gente y de las oportunidades. De pronto una se siente muy triste, y luego hace sol y te sentís feliz.
Así somos la gente de rara, y por dicha: la gente es la que te hace sentir viva.
Por eso no puedo negar que me encantan los besos, tener unas manos cerca y enredado el pelo.
Tengo mucho que decir, mucho que escribir, mucha ropa que quitarme.
Tengo mucho y no tengo nada (¡qué maravilla!) y bueno... como dice Calle 13, que es la poesía de nuestra generación, sólo tengo una sonrisa y espero una de vuelta.
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