Se dice que las comunidades alejadas del área metropolitana de nuestro país carecen de verdaderas posibilidades para el desarrollo profesional
Soy de Turrialba, y nunca he sentido vergüenza ni duda en decirlo. No hay nada que me llene más de orgullo que las pequeñas o grandes conquistas de mi valle, cuna de poetas y músicos.
Si bien no nací en “la campiña”, los años de la escuela y el colegio los pasé en Turri. Me aprendí el canto regional el Turrialbeño, fui al parque en las noches y falté a clases por inundaciones; puedo repetir de memoria una buena parte de los versos de Debravo y nunca sentí pena en que mis familiares josefinos me dijeran “azucarera”.
Sin embargo, llegó el momento en que tuve que ir a la universidad, y ninguna de las ofertas de la sede regional eran de mi gusto. Resultó entonces que vine a parar a la capital, a escasa hora y media de mi pueblo.
A pesar de eso, durante los últimos 5 años que llevo de estudiar, he viajado religiosamente todos los fines de semana de vuelta a Turrialba. Nunca he sentido pereza ni molestia de hacerlo, porque la verdad es que me hacen falta las montañas verdes y la familiaridad de la gente.
El asunto es que ahora cuando me falta tan poco para graduarme mucha gente me ha dicho que ahora si voy a tener que abandonar mi pueblo.
Igual que muchos de mis amigos y amigas que también están estudiando me he dado cuenta que para desarrollarme como profesional difícilmente encontraré un espacio en Turrialba.
Hoy por hoy, Turrialba ha dejado de ser la ciudad floreciente que fue en la época del ferrocarril o inclusive cuando era la puerta al Atlántico. Igual que muchas otras ciudades de nuestro país, cayó en el olvido. Tan cerca pero tan lejos de la capital, dejó de ser una prioridad.
Mi ciudad es ahora un pueblo dormitorio, donde todos los profesionales y con ellos todo su conocimiento, se quedan en San José.
Sucede entonces que el desarrollo que quisiera para mi cantón nunca llega, son muy pocas las personas que luego de estudiar y ser profesionales logran ubicarse en Turrialba. Igual sucede en otras zonas del país, muchos quienes como yo sueñan en cumplir sus metas estudiando y educándose terminan ubicados en el Valle Central.
Ahora bien, ¿qué se puede hacer? Yo creo que en definitiva no podemos sólo culpar a la centralización de los servicios y la educación; ya que un papel fundamental en esta problemática lo constituye nuestra falta de iniciativa.
Lo que queda es mirar a nuestros pueblos con otros ojos, no como la cuna de nuestros recuerdos que en cierto momento nos van a quedar “pequeños”; sino como verdaderos espacios para desarrollarnos profesionalmente.
Tomar la iniciativa y abrir nuestros espacios es la única salida que veo, dejar de subestimar a nuestros pueblos y más bien explorar y explotar todo su potencial.
Abrir nuestro propio campo en el lugar que nos vio crecer no sólo coopera con nuestro desarrollo personal sino con la comunidad que amamos.
Por tanto, ahora, cuando ya casi me graduó pienso que no voy camino abandonar mi pueblo, al contrario, mi camino ahora se dirigirá a encontrarlo desde una perspectiva diferente.
martes, 1 de mayo de 2007
¿Abandonar mi pueblo?
otro garabato de Unknown a las 4:59:00 p. m.
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2 comentarios:
Hola Eu. Que gusto verla por acá. Cuando guste puede pasar a tomarse una tacita de café por mi blog. No, no es mucha la molestia. Pase usted.
Nice!! que dicha verla escribiendo acá, en su espacio!!
Me gusto mucho su comentario, lamentablemente es nuestra realidad.
Nuestro amado Turrialba no evoluciona...
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